jueves, 13 de julio de 2017

Desastre en Palomares (1966)

El 17 de enero de 1966, a las 9.22 horas de la mañana, cuatro aviones militares se divisan desde la pedanía de Palomares (Almería) como tantas otras veces desde el comienzo de la Guerra Fría.


Mientras dos de ellos esperaban su turno, un bombardero B-52, que debía regresar a EEUU después de que el mando militar decidiese que no debía lanzar las cuatro bombas atómicas que llevaba en su bodega sobre territorio ruso, se acercaba al avión cisterna que debía recargar sus tanques de combustible cuando los pilotos del B-52 notaron que algo iba mal.

De pronto, el avión cisterna ardió en llamas y los tripulantes del bombardero accionaron los asientos inyectables y abandonaron la nave, conscientes de que no serían capaces de reconducir la situación. Sólo cuatro de los siete tripulantes del B-52 sobrevivieron. Nadie en la otra aeronave.

Las cuatro bombas termonucleares (65 veces más destructivas que las de Hiroshima), mezcladas con una lluvia de pedazos de los fuselajes de ambos aviones, en llamas tras empaparse del combustible derramado por la aeronave nodriza, cayeron sobre ese pequeño pueblo almeriense. Ninguna de las bombas estalló y ni uno sólo de los pedazos ardientes de los aviones causó daño alguno. Una de ellas cayó en el mar provocando una masiva operación de búsqueda y rescate en medio del más absoluto secretismo impuesto por el Pentágono y la dictadura de Franco. Y dos de las que chocaron con el suelo se rompieron contaminando con plutonio una enorme zona y sellando a Palomares con el marchamo nuclear para siempre.

Es anecdótico el célebre baño en aguas de Palomares del entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, menos de dos meses después del accidente para demostrar que no existía radiactividad en la zona, aunque no fue el único intento de ocultar la verdadera importancia de la ruptura de aquellas bombas.


Fraga bañándose en las aguas de Palomares
Durante cinco décadas las autoridades españolas y estadounidenses han jugado al ocultismo y a la desinformación. El ejército norteamericano, con ayuda de la Guardia Civil, limpió y se llevó a territorio de EEUU la tierra y restos vegetales contaminados de 25.000 metros cuadrados de terreno. En total, 1.400 toneladas, según el CSN, y 1.700, según los documentos que han sido desclasificados.

Pero, a pesar del triunfalismo de las autoridades tras la primera limpieza de la zona, tanto España como EEUU sabían que los trabajos en Palomares llevarían años. La colaboración entre ambos países para hacer un seguimiento de la zona ha tenido altibajos, pero se ha mantenido hasta la actualidad formalizada con el nombre del proyecto Indalo, llevado a cabo por la antigua Junta de Energía Nuclear, actual Ciemat. La financiación americana al proyecto se mantuvo hasta el año 2009. En 2010 deciden que ya no van a poner más dinero, que no tiene sentido seguir aportando fondos.

"¿Porqué? No lo han explicado bien, no está claro"


Periódico El Alcázar
El asunto quedó olvidado durante décadas, más allá de los rutinarios análisis de sangre a los que se sometía a los vecinos. Ha habido agricultores afectados por la radiación al igual que el ganado caprino, que también estuvo contaminado en su totalidad durante 40 años, así como los productos derivados, leche y queso.

En fechas recientes, el Ciemat ordenó el sacrificio de dicho ganado, con 40 años de retraso.

Ecologistas acusan al Ciemat y al CSN de haber permitido a agricultores de la zona construir balsas de riego pese a los índices de radioactividad, así como que estas “entraran en funcionamiento” y “se regaran terrenos que ellos sabían que contenían altísimas dosis de radiactividad”. “Fue la clasificación como urbanizables de los terrenos contaminados en el planeamiento municipal de Cuevas del Almanzora y Vera lo que motivó que el CSN y el Ciemat pusieran en marcha el Plan de Investigación Energética y Medioambiental en Materia de Vigilancia Radiológica aprobado en el artículo 130 de la Ley 62/03”.


A finales de los noventa, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) dio la voz de alarma, al detectar en la zona niveles anormalmente altos de americio (producto de la descomposición del plutonio). Temía que los movimientos de tierras derivados de la burbuja inmobiliaria esparcieran el polvo radiactivo. En 2003, el Gobierno de José María Aznar decidió expropiar las tierras contaminadas para impedir su uso.

Ecologistas en Palomares
Tras un exhaustivo estudio, el Ciemat concluyó, ya en la etapa del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que había 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada con medio kilo de plutonio, aunque apuntó la posibilidad de compactarla para reducir su volumen, que quedaría en unos 6.000 metros cúbicos, poco más de dos piscinas olímpicas.

Entonces con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero cambió el rumbo del Ciemat.

"El nuevo director, Juan Antonio Rubio, y el investigador Carlos Sancho proponen algo que en aquel momento parecía muy revolucionario y por lo que algunos les dicen que están locos: hacer un mapa radiológico en 3D para saber exactamente si es verdad o no que allí realmente no hay peligro y, si lo hay, saber dónde está el peligro".

Tras ochenta días de búsqueda, la bomba que cayó al mar fue recuperada.

Para ello, consiguen de nuevo el dinero de EEUU y llevan a cabo un trabajo que después avalarían los mayores especialistas nucleares del mundo.

Después de 51 años, la opacidad española sobre Palomares aún continúa hoy en día. No existe una copia pública del plan de rehabilitación de Palomares, sólo declaraciones a la prensa o ponencias en congresos internacionales.


Quizá el caso más sangrante de la desinformación y falta de transparencia española en el accidente de Palomares sea la gestión de los datos médicos y ambientales de la zona contaminada. "No hay ni un solo informe oficial que diga cuántos positivos ha habido entre las personas que se sometieron a las pruebas clínicas". "Lo único que hay son las transparencias colgadas en internet de una conferencia de un miembro del Ciemat que dio en Fukushima y en Austria. Y, desde 1967 hasta 2010, hay 119 personas que han dado positivo en plutonio" Pero no se especifica ningún otro dato. "Sabemos que dar positivo no quiere decir que estés enfermo, pero nadie explica si son de ahora o de los años 60".

En 1985, la alcaldesa de Palomares, Antonia Flores, pidió toda la información disponible tras los análisis ambientales y médicos. Las autoridades españolas se los negaron y sólo, después de muchas gestiones, accedieron a entregar los análisis personales a cada uno de los vecinos afectados. Mientras, los científicos españoles mostraban estos resultados en congresos internacionales, cuando en España ni siquiera eran públicos.

TRATAMIENTO APLICADO

Hay que acometer la limpieza definitiva y los expertos del Ciemat elaboran un Plan de Rehabilitación de Palomares con el que dan un ultimátum a EEUU. El coste del programa ascendería a 31 millones de euros, excluyendo la gestión de los residuos radiactivos.
Pero ¿qué se hará con los cerca de 50.000 metros cúbicos de materiales que contienen radiactividad?

La maquinaria diplomática se pone en marcha y no es hasta octubre de 2015 cuando el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo firma con su homólogo norteamericano, John Kerry, un acuerdo por el cual Washington se compromete a rehabilitar Palomares y a llevarse los residuos a un emplazamiento adecuado en EEUU, el desierto de Nevada.

Sin duda, esto sienta un precedente peligroso para EEUU, ya que muchos otros países podrían reclamarle reparaciones similares, pero lo cierto es que el texto no dice ni cuándo se va a llevar a cabo ni qué método se usará y tampoco aclara quién va a pagar el coste (640 millones; 140 correspondientes al empaquetado y transporte de la tierra radiactiva y 500 al almacenaje).

Kerry aseguró que EEUU asumiría su responsabilidad y cumpliria su papel. De esto hace ya más de 2 años.

La declaración no tenía validez jurídica, simplemente comprometía a los dos gobiernos a negociar de manera inmediata "un acuerdo vinculante" en el que se determinaban las funciones y responsabilidades de cada parte. Pero en ningún momento se declaró cómo se repartiría el coste de la operación ni el plazo de la ejecución.

Ambos Gobiernos se dieron de plazo hasta el 31 de diciembre pasado para sellar este acuerdo, pero el calendario político de los dos países se ha cruzado en este plazo.

Solo cuatro días después de la toma de posesión del nuevo Gobierno español se celebraban las elecciones estadounidenses en las que, contra todo pronóstico, Trump resultó vencedor.


Fuentes diplomáticas españolas aseguran que se sondeó a la Administración de Obama para intentar que el acuerdo se firmara antes del relevo en la Casa Blanca, pero la respuesta fue que no había tiempo para ello, dado que se trata de un tema delicado, con repercusiones económicas y sujeto a un complejo proceso de tramitación interna, por lo que el asunto quedaba en manos de la nueva Administración

El Gobierno español se confió porque el acuerdo sobre Palomares había empezado a negociarse cuando Hillary Clinton era secretaria de Estado, por lo que, si esta ganaba, como todos esperaban, no debería haber pegas.

CONCLUSIÓN

Aunque España y EEUU llegaran a un acuerdo en la limpieza definitiva en 2015 del territorio contaminado de palomares, donde Washington se comprometía a rehabilitar dicho territorio y llevarse los residuos a otro emplazamiento habilitado para ello en EEUU, este acuerdo no tenia validez jurídica alguna. Por lo tanto, el cambio de dirección del nuevo gobierno (donde la victoria de Trump ha hecho que la negociación con Hilary Clinton haya sido en balde) y la mala gestión del asunto, ha conducido a que palomares siga con altas concentraciones de radiación en su territorio. Si a esto le sumamos la desinformación del alcance real del desastre durante años y las idas y venidas de los acuerdos entre los dos gobiernos implicados, podemos afirmar que;
  • El desastre de palomares se ha convertido más en un asunto político del cual nadie quiere hacerse cargo a pesar de los daños causados y el alcance del desastre durante décadas, ya que implica una gran inversión la cual ninguno de los países quiere asumir.
  • Por último el empleo tanto de armas nucleares como la obtención de energía mediante productos radioactivos debería suprimirse o por lo menos regularse mas estrictamente.

A día de hoy no se conoce emplazamientos nucleares definitivos y los que hay temporales, están causando un gran problema medio ambiental del cual deberíamos concienciarnos más.

Una buena alternativa a ello sería la explotación e investigación en energías renovables, ya que están a nuestro alcance y no hacemos uso de ellas, siendo esto un grave error tanto para el ser humano como para el medio ambiente en general.

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